Boca Juniors: Un Revés Inesperado en el Mundial de Clubes
Después de ilusionarse con triunfos ante rivales de renombre como Benfica y Bayern Múnich, Boca Juniors sufrió un duro golpe al caer frente a Auckland City en el Mundial de Clubes. Apenas pasaron 5 minutos del encuentro, y los hinchas ya sentían que las esperanzas de un triunfo abultado se desvanecían. El equipo argentino se enfrentaba a uno de los rivales más débiles en su historia, un conjunto que, según su propio técnico, Miguel Ángel Russo, era un “semiprofesional”. A pesar de esto, Boca se aferró a una estrategia fallida de enviar centros sin cesar, logrando un récord inquietante de 82 centros durante el partido. Una cifra que eclipsa el anterior récord, donde River Plate llegó a 70 centros en un encuentro anterior.
El Golpe en el Juego
El capitán de Boca, hablando tras la derrota, expresó: “Cuando te meten diez jugadores en el área no es fácil entrarles”. Aquel remarcado punto de análisis se hizo evidente al observar cómo se frustraban los intentos del equipo argentino. Mientras Bayern Múnich pudo romper la defensa del Auckland con solo 32 centros y Benfica con 45, Boca se encontraba estancado, sin poder superar la barrera defensiva de su rival. Edinson Cavani, una de las figuras del Xeneize, también se mostró crítico al afirmar: “No es tan decepcionante el partido porque insistimos todo el partido”. Sin embargo, el papelón era inevitable, y cada minuto del segundo tiempo reflejaba que la estrategia era, más que un plan de juego, un grito de desesperación.
La Realidad en el Calor de Nashville
A medida que el partido avanzaba, las condiciones climáticas adversas en Nashville no ayudaban. El calor insoportable sumado a la falta de movimientos desplegó un Boca apatético en el campo. Mientras el profe de educación física del Auckland abría el marcador, el equipo argentino parecía más preocupado por mantener la compostura que por buscar el empate. Se notaba la falta de picardía y ambición en la búsqueda de un resultado positivo, mientras la hinchada se desesperaba en la tribuna. Así se cerró un capítulo en el Mundial que comenzó con expectativas altas, pero que acabó dejando un sabor amargo en la boca de miles de fanáticos, dejando al único que mereció aplausos: el Número 12, la hinchada, que a pesar de todo nunca dejó de alentar.
