La curiosa historia de un videojuego barilochense
Un microorganismo que aspira a ser defecado como clave para el triunfo es sin duda una premisa inusual, pero Iván Pagano, un joven barilochense de veintinueve años, lo ha convertido en el eje central de su videojuego, Super infection: massive pathology. En su desarrollo, presentado durante la tercera edición de la Otaku Con en 2024, los jugadores siguen la travesía de una bacteria, Gaylord, que intenta reunirse con su amada, Zoe, mientras navega por un entorno inusual: el cuerpo humano. La historia arranca con una escena peculiar en la que un hombre se encuentra en una camilla y, mientras una enfermera se prepara para inyectarle un líquido, los jugadores son testigos de una boda bacteriana que se ve interrumpida. Esta mezcla de humor y ciencia médica promete atraer tanto a jóvenes como a adultos.
La jugabilidad tiene un enfoque innovador. A medida que Gaylord se mueve por el cuerpo del enfermo, los jugadores deben enfrentarse al sistema inmunológico cada vez más debilitado. Esto plantea un dilema interesante: avanzar significa perjudicar la salud del paciente. Con cada victoria, la salud del hombre disminuye, lo que añade una capa de complejidad al ya peculiar sistema de juego. Además, la única forma de lograr el objetivo es “escapar” a través de la materia fecal, lo que no solo enfatiza el humor del juego, sino que invita a una reflexión sobre los aspectos menos glamorosos de la biología.
A pesar de que al inicio solo era un demo, hoy en día el juego está completo y ha captado la atención de una plataforma internacional similar a “Netflix”, según Pagano. Ya está disponible en Steam, y las primeras reacciones han sido positivas, acompañadas de risas. Comentarios como “Destrocé al pobre sistema inmunológico interno del tipo, solo para salvar a mi futura esposa” reflejan la hilaridad y el atractivo del juego. Con un estilo visual atractivo y música envolvente, Super infection no solo entretiene, sino que también logra que los jugadores se involucren con conceptos biológicos de manera inesperada. Ideal para chicos a partir de los doce años, el juego fusiona humor y ciencia de forma magistral, gracias a la inspiración que Pagano encuentra en su trabajo en una empresa farmacéutica.