La vida de Pablo Molinari: un influencer que conecta con la curiosidad
Pablo Molinari es un nombre que resuena cada vez más en el mundo del entretenimiento digital argentino. Desde su nacimiento en Lomas de Zamora, su trayectoria lo ha llevado a vivir en varios lugares, como Núñez, Moreno, Mar del Plata y Parque Chas. Hoy, gracias a su versatilidad como influencer, standapero y locutor, vive de lo que ama y lo comparte con casi 2 millones de seguidores en sus redes. Su secreto radica en un estilo único en sus videos: plantea un tema y deja que diferentes personajes reaccionen ante él, lo que lo diferencia de otros creadores que han buscado acercarse a este formato. Su amor por el contenido curioso es tan genuino que incluso comparte anécdotas de sus horas perdidas navegando en Wikipedia.
La relación de Pablo con su pareja, Flor, y su hija, Juli, agrega una capa de intimidad a su vida profesional. Aftenente del stand up, Molinari ha tenido una notable trayectoria en la televisión, donde trabajó en programas como “Bendita” con Beto Casella, además de participar en elencos de obras de comedia. Ahora, su pasión por el stand up surge un poco de casualidad. Con el paso del tiempo, Pablo aprendió que detrás de cada show de comedia hay un arduo trabajo y muchas horas de preparación. Si bien siente una presión al actuar en vivo, también disfruta del proceso de hacer reír al público. La experiencia en el teatro aporta una adrenalina que contrasta con la interacción inmediata que ofrecen las redes sociales. “Si un video falla, simplemente lo borrás”, comenta, haciendo referencia a la diferencia entre el humor en redes y el stand up clásico.
Sin embargo, la vida en las redes sociales puede ser tan intensa como gratificante. Pablo reconoce que siempre está presente esa inquietud por la fugacidad de las plataformas digitales y la posibilidad de que una red social desaparezca de un día para otro. Por ello, ha intentado diversificar su contacto con la audiencia a través de bases de datos y un newsletter que aún no ha concretado. La interacción en sus videos de Twitter y TikTok le permite llegar a diferentes generaciones y explorar la diversidad del público que disfruta su comedia. A pesar de que a veces muestra fragmentos de su vida familiar, se cuida de no compartirlo todo; prefiere mantener una separación entre su vida personal y profesional, evitando caer en la trampa de documentar cada momento. Para él, crear contenido va más allá de la viralidad y es un camino lleno de desafíos, donde la constancia y la resiliencia son clave.