La partida de Daniel Divinsky, a los 83 años, representa una pérdida irreparable para el mundo de la cultura argentina. Su esposa confirmó la triste noticia, comunicando que no habrá velorio público y que sus cenizas serán esparcidas en el Río de la Plata, en cumplimiento de su deseo de unirse eternamente a la belleza de Buenos Aires. Divinsky, un ícono en la escena literaria y del humor gráfico, dejó una huella indeleble a través de su trabajo como editor y promotor de voces visionarias. Su compromiso con la libertad de expresión y su pasión por la creatividad fueron el motor que lo impulsó a lo largo de una vida dedicada a la cultura, convirtiéndose en un referente ineludible en el ámbito editorial argentino.
Nacido en una familia judía en el seno de un entorno cultural rico y diverso, su carrera despegó con la fundación de “Ediciones de la Flor”, junto a Jorge Álvarez y Óscar Finkelberg. Desde su primer lanzamiento en 1966, que presentó las recopilaciones de ‘Mafalda’, Divinsky se lanzó a un viaje apasionante que no solo desafiaba las normas del humor, sino que también se aventuraba en la publicación de obras literarias que cuestionaban el statu quo de la época. En su catálogo encontraron lugar las voces de autores inolvidables como Roberto Fontanarrosa y Caloi, así como figuras internacionales como John Berger y Ray Bradbury. Su habilidad para detectar el talento y darles espacio fue fundamental para la cultura moderna en Argentina y más allá.
El contexto político del país, especialmente la dictadura, lo obligó a buscar refugio en el exilio, primero en Venezuela, donde, a pesar de las adversidades, mantuvo encendida su pasión por la literatura. A su regreso en 1983, se propuso reconstituir “Ediciones de la Flor”, lo que logró con éxito al publicar obras relevantes, como ‘Los Pichiciegos’ de Rodolfo Fogwill. Reconocimientos como el Premio Arnaldo Orfila Reynal y distinciones por el Congreso de la Nación Argentina son prueba de su inquebrantable compromiso con la democratización del acceso a la cultura. Así, a través de su prolífica trayectoria, Daniel Divinsky no solo edificó un legado literario, sino que inspiró a generaciones a cuestionar y a renegociar los discursos que dan forma a nuestras realidades.