La Tragedia Repetida en Avellaneda
Un nuevo capítulo de violencia se escribió en el fútbol argentino la noche del 21 de agosto de 2025 durante el enfrentamiento entre Independiente y la Universidad de Chile. A pesar de las promesas de prevención, los hechos fueron un triste reflejo de la ineficacia de las autoridades. Un operativo de seguridad que no logró contener los ánimos, barras organizadas que parecían tener el control y una Conmebol que permanece en la sombra, sólo observando. ¿Acaso nadie se hace responsable? La respuesta parece ser un eco sordo en el aire: “no”.
El Espejo Roto del Fútbol
El escenario estaba listo y el riesgo, palpable. Aunque la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) debería haber estado en la vanguardia de la seguridad, fracasó estrepitosamente. La falta de un control eficaz permitió que los hinchas se convirtieran en víctimas de su propia pasión. “Lamentamos lo ocurrido”, fueron las palabras vacías que resonaron luego del escándalo. Pero, ¿dónde estaba la acción preventiva? Con todos los antecedentes a la vista, nadie parece aprender de los errores del pasado. ¿Qué más tiene que suceder para que se tome en serio la seguridad en los estadios?
El Poder de la Barra Brava y la Omisión de Autoridades
Una bomba de tiempo llamada barra brava estalló en las gradas de Avellaneda. Los vídeos dan cuenta de una escena caótica: hinchas comunes corriendo, peligros inminentes y agresiones desmedidas. El poder de los violentos se hizo notar una vez más, llevando a Independiente a un punto crítico, incluso en el ámbito deportivo, donde su eliminación de la Copa Sudamericana se convirtió en la frutilla del postre a este espectáculo de horror. Mientras tanto, desde Paraguay, la Conmebol decidió mantener el partido, ignorando las súplicas de suspensión que provenían incluso de los jugadores. En esta espiral de violencia y negligencia, la única certeza es que los responsables solían estar, pero hoy son un mero recuerdo.