La Peligrosidad de Beber y Conducir
Beber alcohol y conducir es una de las combinaciones más peligrosas que pueden existir en la vida cotidiana. La ingestión de alcohol afecta de manera significativa nuestras capacidades psicomotoras y cognitivas, elementos esenciales para una conducción segura. La licenciada María Cristina Isoba, directora de investigaciones de la asociación ‘Luchemos por la Vida’, advierte que en más de la mitad de los siniestros viales registrados en Argentina hay algún indicio de consumo de alcohol, ya sea en las víctimas o en los conductores. Es fundamental que la población comprenda que al consumir alcohol, sus facultades se ven comprometidas, lo que a menudo lleva a consecuencias fatales.
Efectos del Alcohol en la Conducción
Desde la disminución de reflejos y el tiempo de reacción hasta la alteración de la percepción y la coordinación, los efectos del alcohol en quienes manejan son devastadores. Aunque muchos piensan que solo un par de bebidas no hará daño, incluso cantidades menores pueden multiplicar el riesgo de accidentes. Por ejemplo, con una tasa de alcoholemia de 0.5 g/l, el riesgo se duplica, y a 0.8 g/l, se quintuplica. En Argentina, se estima que uno de cada cuatro accidentes de tránsito involucra a conductores bajo los efectos del alcohol, y estos incidentes suelen tener desenlaces mucho más severos. Las lesiones graves, la incapacidad permanente y el trauma psicológico son solo algunas de las consecuencias que enfrentan no solo los propios conductores, sino también los pasajeros, peatones y otros involucrados.
Consecuencias Legales y Sociales
Las repercusiones de conducir ebrio no solo son físicas; también se extienden a lo legal y económico. Las multas por alcohol al volante son significativas y van escalando dependiendo de la gravedad de la infracción. En muchos casos, los conductores pueden perder su licencia, enfrentar arrestos, e incluso sufrir penalizaciones que incluyen la instalación de dispositivos de bloqueo en sus vehículos. Y no hay que olvidar el impacto en la vida laboral: una condena por manejar ebrio puede llevar a la pérdida de empleo, especialmente si el trabajo requiere conducir. Por todo esto, es vital tener en cuenta que la decisión de beber y luego manejar tiene efectos que trascienden al individuo, afectando a la comunidad en general.
