

El 13 de julio de 2010, la vida de José Domingo Maciel fue trágicamente truncada en Cipolletti cuando una bomba colocada en el medidor de gas de la Escuela de Cadetes de la policía provincial detonó. Tenía 59 años y trabajaba como barrendero para el municipio: su historia es un dolor que aún resuena en la comunidad. La explosión no solo acabó con su vida, sino que dejó una marca imborrable en su familia, especialmente en su hija, Mariana, quien tras casi 15 años de duelo y lucha, sigue pidiendo justicia y respuestas. Recientemente, el Gobierno Nacional vincula el atentado a la organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), lo que aviva las llamas de la controversia y el reclamo por reabrir la investigación del caso.
Mariana Maciel vive cada aniversario de la muerte de su padre con una intensidad conmovedora. Recuerda el momento que lo vio por última vez como si fuera ayer: “Me despedí de él el día anterior porque trabajaba de noche”. Su lucha no solo es por justicia; es también una búsqueda de verdad y sanación. En un reciente diálogo, Mariana expresó su incredulidad al enterarse de que el caso de su padre había sido mencionado en un informe oficial por el Ministerio de Seguridad sin previo aviso a la familia. Esta situación refleja una falta de comunicación que, para Mariana, es inaceptable. La inclusión del atentado en un listado que vinculaba a la RAM como grupo terrorista abre un nuevo capítulo en la búsqueda de respuestas, pero también genera confusión y desconfianza en la familia Maciel.
Desde que el expediente relacionado con la muerte de su padre fue archivado, Mariana ha sostenido la esperanza de que nuevas evidencias emerjan y permitan reabrir el caso. Su abogado, Marcelo Hertzriken Velasco, ha argumentado que los recientes desarrollos justifican una nueva investigación. Según Mariana, el vínculo con la RAM no es novedad; se había mencionado desde el comienzo del caso, pero las autoridades nunca tomaron acción decisiva para resolverlo. A lo largo de estos años, ha enfrentado testimonios confusos y ha luchado contra la burocracia judicial. “Es duro que no entiendan que la vida tiene tanto valor”, señala con voz quebrada, recordando que la pérdida de su padre fue una herida profunda que aún necesita sanar, y que su lucha por justicia es también un legado para sus hijos.