La postura del ministro Caputo sobre la flotación cambiaria en Argentina
Durante la reciente 31° Conferencia Industrial organizada por la Unión Industrial Argentina (UIA), el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, dejó clara su posición respecto a la flotación total del dólar, una práctica que no considera adecuada para el contexto argentino actual. En su charla, Caputo defendió el sistema de bandas cambiarias implementado por el Gobierno y argumentó que la inestabilidad política que atraviesa el país hace inviable una liberalización total del mercado cambiario. Según el ministro, “Argentina no puede permitirse el lujo de una libertad total en el mercado cambiario, dada su elevada volatilidad política”. Esta declaración refleja un enfoque cauteloso, especialmente en un ambiente donde los vaivenes políticos pueden afectar directamente la economía.
Caputo también hizo hincapié en que, para que Argentina considere una flotación libre del peso argentino, el país debería cumplir con requisitos específicos que hoy parecen lejanos. A modo de ilustración, mencionó que el mercado local apenas opera entre 90 y 250 millones de dólares al día, lo que no constituye un volumen suficiente para desenvolverse en un esquema de flotación total. En su visión, depender únicamente de un sistema de cambio flotante podría resultar en un escenario precario para economías emergentes como la argentina, que todavía lidian con una serie de desafíos estructurales y políticos. La calma en el mercado cambiario, según Caputo, exige condiciones actuales que son difíciles de alcanzar.
En su discurso, el ministro también destacó la importancia de calibrar correctamente las bandas cambiarias y subrayó que su diseño actual está bien concebido para contener el valor del dólar. Se mostró optimista respecto a las perspectivas de las exportaciones argentinas para el presente año, que auguran ser récord, lo cual podría garantizar el flujo de divisas necesario para sostener la estabilidad del sistema monetario. Caputo concluyó su intervención señalando que, por el momento, no existe un tipo de cambio retrasado que amerite una devaluación urgente, lo que suma a su argumento de que mantener el enfoque actual es el camino más sensato, al menos en el contexto presente.


