La historia reciente de la familia Chávez ha captado la atención de la comunidad barilochense, tras el intento de desalojo de la casa de Julia Chávez. Todo comenzó cuando Pablo Chávez, hijo de Julia, se enteró de que la propiedad familiar había sido objeto de un reclamo que desconocían, donde alguien había presentado un derecho de herencia. Este hecho desencadenó una serie de complicaciones legales, que se intensificaron con la llegada de la pandemia. La familia se encontró en una situación difícil, donde no pudieron asistir a las audiencias y fueron declarados en rebeldía, lo que empezó a poner en jaque su derecho sobre la propiedad.
Los esfuerzos de la familia culminaron en la notificación de una orden de desalojo, lo que dejó a Julia en una situación vulnerable. No obstante, en medio de la incertidumbre, Pablo Chávez decidió luchar. Buscó asesoramiento legal, aunque inicialmente le dijeron que las posibilidades eran pocas. A pesar de esto, la comunidad comenzó a organizarse y la movilización social se hizo evidente, con un gran número de vecinos acudiendo a mostrar su apoyo. Esto reflejó el impacto que Julia, como figura comunitaria, había tenido en la sociedad, un hecho que sorprendió gratamente a su familia.
Tras una serie de acontecimientos, el desalojo se suspendió hasta después del invierno, aunque la sentencia seguía vigente. Pablo enfatizó que había que investigar las denuncias de abuso de confianza y estafa que habían surgido en torno a este caso. A pesar de la tensión y la lucha legal que se vislumbra, la respuesta colectiva de la comunidad se transformó en una fuente de esperanza. Julia, aunque aún no se siente tranquila, destacó que esta pausa brinda un “respiro” en un contexto de ahogo emocional y legal, reafirmando la importancia de la solidaridad en momentos de crisis.