Un Legado de Valientes: Miguel Haneck y su Trayectoria en Bomberos Voluntarios de Bariloche
Miguel Haneck, un referente del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Bariloche, está celebrando con orgullo su trayectoria a los 62 años, de los cuales ha dedicado casi cinco décadas a esta noble vocación. Desde los 14 años, se unió a la Asociación Bomberos Voluntarios, donde encontró no solo una carrera, sino también una segunda familia y un propósito. En una emotiva charla, Miguel recuerda con nostalgia cómo se sintió al inicio de su camino, rodeado de figuras emblemáticas de la "vieja escuela", quienes lo guiaron y formaron en un entorno de camaradería y sacrificio por el bien de la comunidad. "El sueño de todos los pibes es ser bombero", comparte, subrayando la pasión que ha mantenido viva en su corazón durante todos estos años.
El contexto de sus comienzos era muy distinto al de hoy: sin teléfonos celulares ni la tecnología actual, Miguel y sus compañeros abordaban cada emergencia con un fervor que se basaba en la pura vocación. En el parking del destacamento Bomberos Centro, conversando sobre antiguas autobombas que han visto tiempos mejores, Miguel traza una línea desde lo que él vivió hasta los avances significativos en la capacitación y la formación del personal ante los desastres. En la década de 1980, junto a otros valientes, Miguel impulsó la creación de la Escuela de Capacitación de Bomberos Voluntarios de Bariloche, un hito que marcó el inicio de una nueva era en la que la preparación y el aprendizaje se convirtieron en pilares esenciales del servicio. "Hoy, si no tenés capacitación, no podés estar en un cuartel", enfatiza, dejando claro que la evolución no solo está en la tecnología, sino también en la preparación de los hombres y mujeres que enfrentan el riesgo.
A lo largo de su carrera, Miguel ha afrontado sinfín de desafíos, desde grandes incendios en hoteles y edificios históricos hasta rescates vehiculares. Con un brillo en los ojos y un tono de voz que denota respeto por sus raíces, recuerda cómo cada experiencia ha contribuido a su crecimiento personal y profesional. "La mayoría de los bomberos con los que crecí ya no están, y aunque las instituciones quedan, los hombres pasan", reflexiona, evidenciando no solo el paso del tiempo, sino también la importancia de las conexiones humanas. Su hijo, que también decidió seguir sus pasos en esta noble profesión, es un testimonio de que ser bombero es más que una elección, es un llamado. "Bombero no es casi el que quiere ser, sino el que nace para ser Bombero", concluye, manifestando el profundo amor y respeto que siente por una carrera que ha definido su vida.