La Huella de una Madre: Valentín Yankelevich y su Relación con Romina Yan
En una impactante aparición en Almorzando con Juana, Valentín Yankelevich, hijo de la icónica Romina Yan, compartió cómo la memoria de su madre sigue siendo un pilar fundamental en su vida. A sus 22 años y como piloto de TC 2000, Valentín relató con emoción que siente la presencia de su madre en cada carrera que corre, un vínculo que lo empodera y lo acompaña en un camino lleno de desafíos. Perder a Romina cuando él solo tenía siete años lo marcó profundamente, pero logró transformar ese dolor en una fuerza que lo impulsa hacia adelante. “La siento muy presente, trato de tenerla conmigo”, afirmó, revelando cómo su espíritu lo guía en el automovilismo, una pasión que ha abrazado con fervor y determinación.
La conexión de Valentín con su madre trasciende lo emocional. Durante la entrevista, el joven habló sobre cómo eligió el número cinco para su auto, en honor al cumpleaños de Romina. Este gesto simbólico no solo representa un tributo a su madre, sino también una forma de mantener viva su memoria en cada competencia. “La verdad es que disfrutó mucho lo que hago”, expresó, reflejando una actitud positiva hacia el futuro, pese a las adversidades que ha tenido que enfrentar desde la infancia. La anécdota que compartió sobre sus desafíos en la vida y el automovilismo resaltó cómo el amor maternal sigue siendo un faro que ilumina su camino.
Valentín también brindó un espacio a las influencias familiares en su vida, particularmente el rol de su abuelo, Gustavo Yankelevich. Destacó cómo su abuelo ha sido un apoyo incondicional para él y sus hermanos, asegurando que es su ídolo y una inspiración constante. “Nunca vi a nadie trabajar tanto como él”, aseguró, subrayando la fortaleza familiar que ha optado por darle un sentido al dolor. Aparte de su abuelo, también compartió momentos divertidos con su abuela, Cris Morena, señalando cómo su humor y apoyo incondicional también juegan un papel en su vida. La relación que Valentín tiene con su familia no solo refleja un sentido de unidad, sino que también ilustra cómo el legado de Romina Yan continúa vivo a través de sus hijos, quienes no solo llevan su nombre, sino también el amor y el esfuerzo que ella les inculcó.
