La Nueva Estrategia Cambiaria del Gobierno de Javier Milei
En un contexto de gran presión financiera, el director del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Furiase, ha compartido detalles sobre la nueva estrategia respecto al manejo del dólar en el país. A pesar de las posturas iniciales del gobierno de Javier Milei, quien se había mostrado reacio a intervenir en los mercados, se ha decidido implementar un esquema de flotación controlada de la moneda, de manera temporal. Esta decisión se activará tras las cruciales elecciones legislativas y tiene como objetivo hacer frente a la volátil situación cambiaria sin comprometer las reservas del BCRA. Según Furiase, esta intervención busca generar estabilidad y mitigar fluctuaciones exageradas en el valor del dólar.
El trasfondo de esta nueva política se enmarca en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que permite al gobierno actuar sin recurrir a las reservas nacionales. Furiase ha subrayado que la intervención se financiará a través del superávit fiscal y otras herramientas del Tesoro, garantizando así que las reservas del BCRA permanezcan intactas. La aprobación del FMI para estas maniobras es una señal positiva, brindando al gobierno un respiro en el manejo de la economía. Esta coordinación con el organismo internacional es crucial en un clima financiero tenso, y le otorga un margen más amplio para manobrar en un sistema que ha sido históricamente volátil.
En el ámbito práctico, el Tesoro Nacional ha estado realizando movimientos estratégicos para aumentar la liquidez. Por ejemplo, adquirieron 3.000 millones de dólares mediante la compra de bonos a distintos precios, lo que tiene tanto un objetivo financiero como político: evitar picos indeseados en la inflación derivados de un alza en el dólar. La reciente baja de la cotización de la moneda de 1.380 a 1.362 pesos ilustra que, al menos temporalmente, la estrategia está dando resultados. A medida que se acercan las elecciones, el gobierno parece decidido a mantener a raya la tensión política que podría desatarse por las fluctuaciones cambiarias, lo que se torna más crucial en un contexto económico tan frágil.