Un Almuerzo para el Recuerdo: Joaquín Levintón en “Almorzando con Juana”
Este domingo, Almorzando con Juana se convirtió en el escenario perfecto para historias hilarantes y, por momentos, asombrosas. Entre los invitados, Joaquín Levintón, el carismático líder de Turf, cautivó a los comensales con relatos llenos de humor y un toque de locura. En particular, sorprendió a todos al narrar la increíble anécdota de un amigo que, cumpliendo con la ominosa frase “¡Ojalá que te parta un rayo!”, terminó efectivamente siendo atravesado por un rayo en Chapadmalal. A medida que Joaquín relataba la odisea de su amigo, que pasó por un difícil proceso de resucitación y meses en coma, la mesa estalló en risas. La combinación de su estilo de narración y el absurdo de la situación mantuvo a todos al borde de sus asientos.
La conversación entre Joaquín y Juana también tocó el tema de su trayectoria musical con Turf. Con más de 27 años de historia, el músico reflexionó sobre su intermitente relación con la banda, revelando que, tras su salida, tardó dos años en recordar que en realidad lo habían echado. Este tipo de autocrítica y humor autodespectivo no solo dibuja una sonrisa, sino que también humaniza a una figura pública que a menudo se ve envuelta en la euforia del entretenimiento. La dinámica entre él y el resto de los invitados, incluyendo al actor Boy Olmi, permitió una conversación fluida sobre la naturaleza del trabajo y el ocio, llevando a un interesante intercambio donde ambos compartieron sus pensamientos sobre la diversión que implica trabajar en lo que aman.
Por supuesto, un almuerzo en la televisión argentina no estaría completo sin un buen chivo, y Joaquín no se quedó atrás. Se tomó el tiempo para compartir los próximos lanzamientos de Turf, entre ellos su nuevo tema “Yo no me quiero casar”, que saldrá en colaboración con Luck Ra, y el estreno de su disco “Polvo de estrellas”, que promete reversionar clásicos de la banda con la participación de varios artistas destacados. Esta vitalidad en la música y la creatividad de Joaquín Levintón, sumada a su capacidad de mantener la risa y el asombro en la mesa, hicieron de este episodio un momento memorable en la televisión argentina.
