La Nueva Libertad para los Colegios Privados: Un Cambio Estratégico
En un giro notable en la regulación de la educación privada, el Gobierno argentino ha decidido liberar a los colegios de gestión privada de la histórica intervención estatal en la fijación de aranceles. Esta decisión, plasmada en el decreto 787 y publicada en el Boletín Oficial, pone fin a un sistema de control que había estado vigente durante cerca de tres décadas. Ahora, estas instituciones tienen la autonomía para establecer sus cuotas y matrículas sin necesidad de la aprobación previa del Estado. Esta modificación busca, según las autoridades, adaptar la normativa a un contexto educativo y económico que ha evolucionado significativamente en los últimos años.
El Gobierno, bajo la conducción del presidente Javier Milei, defiende esta medida como una necesidad para garantizar la sostenibilidad de los colegios privados y, a su vez, el derecho a recibir una educación de calidad. El decreto argumenta que el marco regulatorio anterior imponía “limitaciones y exigencias” que dificultaban la capacidad de las instituciones para ajustarse a un entorno cambiante. En este sentido, se pretende que las escuelas puedan reaccionar de forma más ágil ante las variaciones de costos operativos, favoreciendo así una competencia más justa y efectiva en el mercado educativo.
Sin embargo, esta flexibilización ha suscitado un amplio debate en la sociedad. Por un lado, hay quienes ven en esta medida una oportunidad para que los colegios mejoren su oferta educativa al poder administrar sus recursos de manera más eficiente. Por otro lado, las voces críticas advierten sobre el riesgo de un aumento desmedido en las cuotas, lo que podría tener un impacto negativo en las familias que dependen de estas instituciones. La polarización de opiniones resalta la complejidad de la situación, y plantea interrogantes sobre cómo se equilibrarán la calidad educativa y la accesibilidad financiera en este nuevo escenario.


