Este domingo, la apertura del programa de Juana Viale fue todo menos ordinaria. Una niebla densa envolvió el estudio, evocando la atmósfera pesadillesca de “El Eternauta”, la serie que ha capturado la atención tanto en Argentina como a nivel internacional desde su reciente estreno en Netflix. Mientras avanzaba entre sombras, Juana, vestida en un elegante conjunto marrón, hizo un guiño a la icónica vestimenta de Ricardo Darín en la adaptación, explicando que, aunque no era el mismo gamulán, su atuendo era un pequeño tributo al fenómeno cultural.
“¡Bienvenidos! Feliz domingo a todos. Déjenme mostrarles algo impresionante”, comenzó Viale, mientras sostenía con cuidado la máscara utilizada por Carla en la serie. Su entusiasmo era palpable, un reflejo del fervor que “El Eternauta” ha generado a nivel mundial. Con orgullo, destacó cómo esta producción argentina ha dado la vuelta al mundo, resaltando que el “truco” de la serie se había vuelto popular incluso en el Congo. Las palabras de Juana no eran meros cumplidos; eran un homenaje a un clásico que ha encontrado un nuevo hogar en la cultura popular.
El fenómeno que Juana observa en su programa tiene raíces profundas, alimentadas por el trabajo apasionado de un equipo técnico liderado por Nicanor Enríquez, el jefe de efectos especiales detrás de “El Eternauta”. Enríquez, quien desde su adolescencia ha sido un ferviente admirador de la historieta original de Héctor Germán Oesterheld, comparte su travesía y compromiso con la serie. “Tengo un tatuaje de ‘El Eternauta’ desde los 18 años. Fue mi primer tatuaje y siempre ha sido parte de mi vida,” confesó con cierta nostalgia.
Desde su incorporación al proyecto en enero, Enríquez y su equipo enfrentaron desafíos técnicos significativos. Originalmente destinados a 110 días de rodaje, se vieron obligados a extender el cronograma a 147 días, un testimonio de la complejidad de la tarea. Uno de los mayores retos fue recrear la nieve, un elemento central en el desarrollo de la narrativa. “Imagínate: 900 toneladas de sal para simular la nieve, y jornadas que comenzaban a medianoche. Tenía que ser perfecto. ¡Nevábamos Buenos Aires!” recordó Enríquez, su voz resonando con orgullo y agotamiento.

La búsqueda del material adecuado para simular la nieve fue un proceso de prueba y error. Enríquez y su equipo ensayaron con diversas texturas y densidades. A pesar de las pruebas con telgopor que resultaron fallidas, la solución definitiva llegó con el uso de sal entrefina: “Usamos 590 toneladas de sal nueva y 340 recicladas. La textura parece ceniza, no se pega y deja huella como la nieve real,” explicó, destacando la importancia de obtener el material perfecto para lograr la inmersión en la narrativa.
Además de la sal, emplearon otros elementos como celulosa, hidrogel (encontrado en pañales) y perlita volcánica para proteger áreas con equipos electrónicos. Para las escenas que requerían nieve flotando, desarrollaron dos sistemas: uno utilizando un jabón especial para crear espuma y otro, propio, llamado Eco Snow, fabricado con plástico biodegradable. La innovación fue clave para darle vida a un relato tan icónico.
Sin embargo, este proceso no fue fácil para el equipo, que se mantuvo en condiciones desafiantes. “Todos terminábamos blancos. La ropa se arruinaba,” comentó Enríquez, recordando cómo desechaba una bolsa de ropa por semana. La exposición constante al polvo de los efectos especiales hizo necesario implementar rigurosas medidas de seguridad y protocolos para asegurar la salud de los trabajadores. Muchos usaban barbijos mientras comenzaban el complicado trabajo detrás de cámaras.
Lo que los espectadores ven como un recurso visual magnífico y cautivador es en realidad una proeza técnica que exige un equilibrio entre pasión, cálculo y resistencia física. Para Enríquez, ese viaje no fue solo un trabajo; fue una travesía que, como el propio Eternauta, requirió cuerpo, memoria y una inquebrantable convicción. En cada escena nevada, se siente la esencia de un esfuerzo colectivo que resuena en cada espectador que responde al llamado de esta magnífica adaptación.