Entrevista a Rolando Granada: Un Hombre de Ciencia en el Umbral de la Jubilación
Rolando Granada, especialista en neutrones y referente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), se encuentra en un momento crucial de su vida profesional; a días de su jubilación, se siente nostálgico por una carrera que ha marcado su trayectoria durante más de cinco décadas. En su oficina del Centro Atómico Bariloche, rodeado de imágenes y recuerdos de su vasta experiencia, Granada comparte su amor por la ciencia y su profunda preocupación por la situación actual del sector. A pesar de haber sido galardonado por sus aportes, como el prestigioso premio John M. Carpenter, no puede evitar sentir un peso en el corazón al hablar de la diáspora de jóvenes científicos y la degradación de los equipos de investigación. “Los equipos se van degradando y la juventud se marcha”, lamenta, destacando el impacto que eso tendrá en el futuro de la ciencia en Argentina.
Un aspecto que resuena en sus palabras es la falta de inversión en educación y ciencia. Granada enfatiza que la situación actual es extremadamente preocupante. Los recortes presupuestarios han llevado a una disminución en la calidad de la formación de nuevos científicos, lo que puede resultar en generaciones limitadas en su capacidad para enfrentar los desafíos del futuro. “Armar esos equipos cuesta mucho tiempo. Desarmar, desgraciadamente, resulta fácil”, señala, advirtiendo sobre la pérdida de talento y conocimiento que sufre el país. A lo largo de su carrera, Rolando ha trabajado en distintos proyectos internacionales, buscando siempre estar al frente de la innovación y el desarrollo en el ámbito científico. Sin embargo, a medida que se adentra en un nuevo capítulo de su vida, se siente en la necesidad de transmitir su legado y asegurar que su experiencia no se pierda.
El diálogo con Rolando también revela una conexión sorprendente entre la ciencia y la espiritualidad. Al abordar el tema de la existencia de Dios, se muestra firme en su creencia, afirmando que la maravilla de la naturaleza lo lleva a pensar en la creación divina. “Cuando uno se aproxima a los límites del conocimiento, no puede menos que maravillarse”, expresa, desafiando la idea convencional de que los científicos deben ser escépticos respecto a cuestiones espirituales. Esta perspectiva gemela de la ciencia y la fe añade una dimensión humana a su vida profesional, mostrando cómo su pasión por la investigación está interrelacionada con una profunda reflexión sobre el propósito de la existencia y el legado que desea dejar a las futuras generaciones. Mientras se prepara para su próxima etapa, no solo anhela disfrutar más tiempo con su familia, sino también seguir contribuyendo a su manera al ámbito científico, manteniendo viva su vocación inquebrantable.