El veto de Javier Milei: Un giro inesperado en el panorama político argentino
El reciente veto presidencial de Javier Milei ha generado una ola de discusión en el ámbito político argentino. A principios de julio, el Senado había aprobado varias leyes significativas, entre ellas un incremento del 7.2% en las jubilaciones y la extensión de una moratoria previsional. Estas propuestas no solo buscaban mejorar la calidad de vida de millones de jubilados, sino que también ofrecían la posibilidad de regularizar situaciones de quienes aún no habían alcanzado los 30 años de aportes necesarios. Sin embargo, el veto, oficializado a través del decreto 534/2025, ha dejado en suspenso el futuro de estas medidas, provocando incertidumbre y malestar en la población.
El proyecto relacionado con la discapacidad, más allá de ser un intento de incluir socialmente a los vulnerables, también ha caído bajo el hacha de la decisión presidencial. Impulsado por el diputado Daniel Arroyo, esta iniciativa buscaba aumentar las pensiones no contributivas por invalidez hasta el 70% del haber mínimo jubilatorio, y permitir la compatibilidad con empleos formales, siempre y cuando no superen dos salarios mínimos. La meta era brindar un alivio real a uno de los sectores más golpeados durante los últimos años. El hecho de que estos avances queden ahora en el aire crea una sensación de injusticia ante aquellos que hayan puesto sus esperanzas en estas reformas.
Uno de los argumentos que sostiene Milei para justiciar su veto gira en torno a la defensa del equilibrio fiscal. Durante un reciente discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el presidente expresó que la implementación de estas leyes podría perjudicar gravemente las finanzas del país. Además, el procedimiento legislativo que llevó a la aprobación de estas leyes ha sido cuestionado, ya que Milei alega que no se cumplió con la mayoría de dos tercios necesaria, subrayando ciertas irregularidades en la votación. Ahora la pelota está en el campo del Congreso, donde el oficialismo necesitará conseguir al menos 86 votos para que el veto no prospere, marcando así un nuevo capítulo en la intrincada trama política argentina.