La Huella de Andrés: Un Legado en Bariloche
Esta mañana, la comunidad barilochense se despertó con la trágica noticia de la muerte de un personaje muy querido: Andrés Lamuniere. Faltando solo seis meses para cumplir 103 años, Andrés siempre solía decir que su única ambición era alcanzar la cifra de 80. Su vida estuvo marcada por una innegable pasión por la montaña y un profundo amor por el pueblo que lo vio crecer. Desde su hogar en la calle 24 de Septiembre 49, observó cómo el progreso iba transformando cada rincón de su barrio, donde atesoraba miles de anécdotas y recuerdos entrañables que conformaron su identidad.
Andrés vivió una infancia rica en vivencias y legado familiar. Su padre, un filatelista con raíces francesas, fomentó en él un amor por los estudios y la naturaleza. Cursó su primario en la histórica Escuela Nº16, una de las primeras en Bariloche. A los 16 años, su vida dio un giro interesante cuando, tras un terremoto en Chile, tuvo que regresar a su ciudad natal. Durante su pasaje por el internado y la posterior guerra, la vida no fue fácil, pero su resiliencia lo llevó a ser parte activa del desarrollo de Bariloche. Trabajó en Obras Sanitarias y se sumó a la naciente radio LU8, donde encontró su voz y su lugar en la comunidad.
Andrés también dejó una profunda huella en el ámbito montañés y en el amor. Su conexión con la montaña comenzó con caminatas familiares en el cerro Otto y se fortaleció al unirse a un grupo de montañistas donde conoció a Ellen, su futura esposa. Su historia de amor, marcada por un accidente en bicicleta y una improvisada boda, se entrelaza con su dedicación a la naturaleza. Reconocido por su liderazgo, fue presidente del Club Andino Bariloche, siempre priorizando el respeto por el entorno natural. Sus enseñanzas sobre el contacto con la tierra y la montaña perdurará en el corazón de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, dejando un legado que trasciende generaciones.
