La Tradicional Carrera de Mozos en Bariloche: Un Encuentro de Alegría y Camaradería
El día final de la Fiesta de la Nieve en Bariloche se vivió con un entusiasmo desbordante en la tradicional carrera de mozos. Este evento, que remonta sus orígenes a los años setenta, se ha convertido en un símbolo de la identidad de la ciudad, donde la gastronomía juega un rol fundamental. Ovidio Zúñiga, referente de UTHGRA, expresó su satisfacción por la gran cantidad de inscriptos, que este año superó al anterior. Los espectadores se alinearon a lo largo de la bajada en zigzag de la calle Rolando, creando un ambiente vibrante que reflejaba la verdadera esencia de Bariloche. “No creo que haya otra carrera de mozos en el país que tenga este marco tan hermoso”, mencionó Zúñiga con una sonrisa, destacando la importancia de la tradición en la vida diaria de la comunidad.
La competencia no solo es un desafío físico, sino que también se sostiene en un fuerte sentido de camaradería y conexión entre los participantes. En el Centro Cívico, los mozos llegaban preparados, cada uno con su bandeja que contenía una botellita de agua, una lata de energizante, un porrón de cerveza y un vaso. El intendente Walter Cortés se mostró emocionado al recordar que esta fiesta es más que un evento; es una representación del sentimiento colectivo de la comunidad. “Volver a las raíces nos reencuentra”, dijo, resaltando la importancia de dar a la gente lo que desea y lo que les conecta con su historia. La mezcla de nervios y alegría se palpaba en el aire, ya que cada participante intentaba equilibrar su bandeja mientras corría con un objetivo claro: llegar con todos los elementos intactos.
Cada competidor traía consigo una historia única que resonaba en el ambiente de la carrera. Desde Abigail Mansilla, una madre soltera de Tucumán que se animó a participar alentada por un amigo, hasta Florencia Di Benedetto, ganadora en la categoría femenina, cuyo primer acercamiento a este evento fue gracias a un compañero de trabajo. La representación de la aspirante a reina, Eluney Abril Ojeda, y la emotiva participación de Mauricio Soria, quien corrió por primera vez en veintidós años, sumaron capas de emotividad al evento. Carlos Burgos, a sus sesenta y cinco años, recordaba con nostalgia competiciones pasadas, mientras que Luciano Miceli tenía que regresar a su trabajo inmediatamente después de recibir su trofeo. Estas historias entrelazadas transforman la carrera de mozos en un evento que no solo celebra la destreza, sino también las vivencias compartidas en una comunidad unida por la pasión gastronómica y el amor por sus tradiciones.