La lucha pública de Mauro Icardi por la tenencia de sus hijas
Mauro Icardi ha vuelto a acaparar la atención mediática, esta vez a raíz de un extenso comunicado que publicó en sus redes sociales, dirigido a Wanda Nara, su exesposa, y al equipo legal de la empresaria. En un arranque de sinceridad, el futbolista expone las restricciones legales que enfrenta, las cuales, según él, le impiden comunicarse con sus hijas menores. Este desahogo tuvo lugar en la madrugada en Turquía, y marca un nuevo capítulo en un conflicto que se ha tornado cada vez más complicado, tanto en lo judicial como en lo personal.
En su publicación, Icardi no escatimó críticas y denuncias. Acusó directamente a Wanda y a los abogados Juan Manuel Dragani y Nicolás Payarola de dificultar su relación con sus hijas, de 10 y 8 años. En un tono desafiante, el jugador expresó que lleva seis meses en Argentina esperando poder ver a sus hijas y que solo ha logrado reunirse con ellas una vez. Criticó a los medios de comunicación que informaron sobre la necesidad de un “reencuentro afectivo” como algo inducido por su exesposa, proveyendo evidencia judicial que señala que el vínculo nunca se rompió. Este intercambio de acusaciones ha intensificado el conflicto y lo ha llevado a buscar la custodia formal de sus hijas, un giro que subraya el hecho de que ya no solo se trata de visitas esporádicas.
Además de sus ataques personales hacia el equipo legal de Nara, Icardi también dirigió su ira hacia la figura de Payarola, cuestionando su legitimidad profesional al señalar que no cuenta con la matrícula necesaria para actuar en el caso. Esta disputa ha cobrado impulso con la presencia mediática de la actual pareja de Icardi, la China Suárez, quien ha sido objeto de críticas en redes sociales, sobre todo tras hacer apariciones con sus hijos en situaciones que han generado polémica. Entre falsas denuncias, acusaciones cruzadas y un escenario cada vez más tenso, Icardi deja claro que su objetivo es no solo mantener el contacto con sus hijas, sino también luchar por su tenencia en un proceso que parece no tener fin.