La Roja Mística: El Empujón a la Leyenda de Messi
El 2 de agosto de 2005 es una fecha que se inscribe con letras doradas en la historia del fútbol argentino, aunque no precisamente por los motivos esperados. Ese día, un joven Lionel Messi, con apenas 18 años, hizo su debut en la Selección Argentina en un amistoso frente a Hungría. Sin embargo, la jornada quedó marcada por un episodio desafortunado: Messi fue expulsado a los 43 segundos de ingresar al campo de juego tras una polémica decisión del árbitro Markus Merk, quien consideró que había agredido al defensor húngaro Vilmos Vanczák. Mientras el mundo admiraría los talentos de Messi a lo largo de los años, el defensor húngaro, que había sido protagonista de ese momento, seguiría un camino completamente distinto.
Trayectorias Divergentes
En el marco de la preparación para las Eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo de Alemania 2006, Argentina se presentó en el estadio nacional Ferenc Puskás de Budapest. En ese entonces, la Albiceleste era conducida por José Néstor Pekerman y contaba con figuras como Roberto Ayala y Hernán Crespo. Messi ingresó como sustituto de Lisandro López en el segundo tiempo, pero su presencia resultó efímera debido a la expulsión injusta que, con el tiempo, se tornó en anécdota. Aun así, la selección se llevó la victoria 2-1, con goles de Gabriel Heinze y Maximiliano Rodríguez. Desde aquel incidente, Messi creció para convertirse en uno de los mejores jugadores de la historia, mientras que el recorrido de Vanczák se estancaba en el polvo del olvido.
El Legado de Vanczák
Vilmos Vanczák, por su parte, continuó su carrera en el fútbol, jugando para clubes como FC Sion en Suiza, donde se destacó y ganó varios títulos locales. A pesar de un recorrido respetable, con 80 partidos y 4 goles con la selección húngara, la espina de no haber participado en una Copa del Mundo o Eurocopa siempre lo acompañó. En su retiro, trabajó en la Puskás Akadémia FC y recientemente recordó el famoso partido de 2005, donde reconoció el talento de Messi incluso en ese entonces. “Sabíamos que tenía un enorme talento. Con el paso de los años, su nivel fue mejorando. Y se convirtió en el mejor del mundo”, confiesa Vanczák, dejando en claro que, aunque su trayectoria no fuera tan brillante, nunca olvidará el día que se cruzó con la leyenda que, desde entonces, sigue cautivando corazones alrededor del mundo.