Crisis en Boca, calma en River: el impacto de los borrados en los planteles

La tensión se siente en Boca a medida que Miguel Ángel Russo decide separar a figuras clave del plantel como Marcos Rojo, Cristian Lema y Marcelo Saracchi. Este movimiento ha traído consigo un clima de agitación, al punto de que los jugadores ya no utilizan los vestuarios comunes y entrenan por separado. La comunicación tardía respecto a su situación ha desatado rumores y malestar entre los demás futbolistas. A la par, en River, Marcelo Gallardo ha hecho una depuración similar pero con un enfoque distinto, manteniendo a Manuel Lanzini, Matías Kranevitter, Matías Rojas y Santiago Simón alejados del centro de atención mediática.

Diferencias en la gestión: la mano firme de Gallardo

Mientras que en Boca el estruendo por los borrados es constante, River ha manejado la situación con más mesura. La comunicación con los jugadores excluidos fue directa y a tiempo, evitando malentendidos. Gallardo se tomó el trabajo de informar personalmente a los futbolistas que ya no formarían parte del equipo durante esta segunda mitad del 2025, brindándoles suficiente tiempo para encontrar nuevos destinos. Además, se han mostrado más dispuestos a facilitar sus salidas, con varios jugadores ya vinculados a otros clubes, un gesto que genera un ambiente más tolerable en Núñez.

Un impacto diferente en el vestuario

La situación en Boca es tensa. El peso histórico de Rojo en el plantel y los rumores sobre sus conflictos con el DT han dejado huella en el vestuario, amplificando la preocupación en torno al grupo. Las decisiones de Russo, no solo impactan en la dinámica del equipo, sino que también, se perciben como un reflejo de la crisis institucional que atraviesa el club. En contraste, aunque los jugadores marginados de River también enfrentan un futuro incierto, la claridad en las comunicaciones y la gestión más honesta de la situación han llevado a un clima más controlado. Sin lugar a dudas, esta dualidad en el manejo de los conflictos muestra cómo un enfoque en la comunicación puede marcar la diferencia entre el caos y la calma.