Un Gol para la Historia: El Metropolitano 1975 y Rubén Bruno
El 14 de agosto de 1975 es una fecha que no solo se grabó en la memoria de los hinchas de River Plate, sino que se convirtió en un capítulo emblemático del fútbol argentino. En medio de un panorama social y político complejo, donde el país se debatía entre la inestabilidad y las sombras de la lucha armada, un grupo de jóvenes futbolistas se dispuso a romper una racha de 18 años sin títulos. Con el icónico Ángel Labruna como director técnico -aunque ausente esa noche- y un plantel conformado casi en su totalidad por juveniles sin contrato, el encuentro contra Argentinos Juniors en el estadio de Vélez prometía ser, para muchos, un desafío casi suicida. En ese contexto surge Rubén Norberto Bruno, delantero de apenas 19 años, quien se convertiría en el héroe inesperado de la noche.
La huelga de futbolistas profesionales, que tuvo su origen en la búsqueda de un Convenio Colectivo y la reivindicación de jugadores como Juan Taverna, dejó a un equipo amateur con la única misión de dar la cara por uno de los clubes más grandes de Argentina. “Nos dijeron que representábamos al club pese a ser amateurs, y de los 20 concentrados, 19 votamos por jugar“, recordó Bruno en una reciente entrevista. Así, la cancha de Liniers se llenó de hinchas riverplatenses que llevaban más de un cuarto de siglo esperando un grito de campeón. El partido no empezó fácil: River dominó pero no lograba concretar. Sin embargo, el destino tenía reservado un momento inolvidable en los minutos finales.
A los 21 minutos del segundo tiempo, Bruno aprovechó un error del defensor rival y se encontró solo frente al arquero. La decisión fue rápida y precisa: acomodó la pelota con su pie zurdo y la envió al fondo de la red. Ese gol, que le dio el título de Metropolitano 1975 a River, fue descrito por Bruno como “uno de los más gritados en la historia del club”. A partir de ahí, la historia ya estaba escrita. Una victoria que no solo devolvió el campeonato al “Millonario”, sino que también catapultó al joven Bruno a la fama instantánea. Sin embargo, el destino se tornaría menos benevolente para el chico que llenó de felicidad a miles: solo dos años después de esa noche mágica, la dirigencia decidió dejarlo libre, dejándole marcas de tristeza que perdurarían por mucho tiempo en su vida.
