Auckland City: La valentía de un equipo amateur en el Mundial de Clubes

El equipo neozelandés Auckland City cerró su participación en el Mundial de Clubes con un empate histórico ante Boca Juniors, un resultado que, aunque no les permitió avanzar, les regaló un punto valioso que celebraron como una victoria. El partido se disputó el martes, y a pesar de que su actuación en el torneo estuvo marcada por una dura goleada de 10-0 frente a Bayern Múnich y un 6-0 ante Benfica, el 1-1 contra Boca se erige como un hito en la historia de este club, que cuenta con un plantel en su mayoría de jugadores semiprofesionales.

El director técnico y el plantel de Auckland City son conscientes de la gran diferencia de jerarquía que hubo en el torneo; sin embargo, su historia va más allá de los números en la tabla de posiciones. Fundado en 2004, Auckland City no solo es el club más exitoso de Nueva Zelanda, sino también un equipo que representa a un continente pequeño en extensión pero con una rica diversidad cultural. La mayoría de sus integrantes deben mantener trabajos paralelos a su carrera como futbolistas. El arquero Conor Tracey, por ejemplo, pidió vacaciones sin goce de sueldo en una empresa farmacéutica para poder jugar en el Mundial.

La vida fuera del fútbol profesional

En Auckland City, el fútbol no es el único medio de vida. Jugadores como el ecuatoriano Jerson Lagos, que trabaja como peluquero, y el uruguayo Sebastián Ciganda, quien llegó para recolectar kiwis, son ejemplos de lo que significa ser un futbolista en el contexto neozelandés. A través de su esfuerzo y dedicación, muchos de ellos logran combinar sus obligaciones laborales con el sueño de ser profesionales del deporte. “Con un sueldo de un jugador del Bayern, podríamos mantener el club 100 años", comenta Ciganda, quien destaca que su compañero de habitación está vendiendo seguros por Internet. Además, es curioso cómo el mundo del mate también ha encontrado un lugar en este grupo: Tracey se deleita con esta típica bebida argentina desde hace años, lo que refleja el cruce cultural que se da en estos entornos.

Un cierre con emoción y esperanza

A pesar de las adversidades y las críticas relacionadas con su desempeño en el torneo, el espíritu de Auckland City es inquebrantable. El equipo regresa a Oceanía con la cabeza en alto, habiendo dejado una marca en el torneo que, aunque no fue fácil, mostró el coraje y la pasión de quienes juegan por amor a la camiseta. Este Mundial de Clubes no solo fue una competencia, sino un espacio donde estos jugadores pudieron soñar y vivir una experiencia única en el ámbito del fútbol internacional, recordándoles a todos que el verdadero espíritu del deporte va más allá del profesionalismo y los logros.