La importancia de la colaboración en emergencias
Cuando ocurre un accidente o un incendio, la reacción instintiva de la gente suele ser llamar a los teléfonos de emergencia. Este primer contacto es crucial, ya que permite activar un protocolo que moviliza a los recursos necesarios. Según Jesús Vargas, Jefe del departamento de Operaciones de Protección Civil de Bariloche, la información que se proporciona en ese primer llamado es fundamental. Varía desde quién está observando el incidente hasta detalles específicos sobre la situación. Cada llamada aporta un elemento más al “rompecabezas” que deben armar los operadores para comprender la magnitud de la emergencia y determinar qué recursos se requieren, ya sean ambulancias, bomberos o personal de seguridad.
Cómo brindar información efectiva
La calidad de los datos que proporciona el llamante puede hacer la diferencia en la eficacia del operativo. Por eso, es vital que se transmita información clara y concisa, incluyendo la dirección exacta del evento, la naturaleza del mismo y la situación de posibles víctimas. Vargas enfatiza que, más allá del nerviosismo natural de una emergencia, es crucial responder a preguntas específicas: ¿Hay personas atrapadas? ¿Existen lesionados o personas inconscientes? La idea es ofrecer un panorama completo que permita a los operadores actuar con rapidez. Además, desde Protección Civil se solicita a los llamantes que se mantengan en línea para seguir moldeando la información y dirigir los recursos correspondientes.
El papel de la comunidad en la preparación
El censo de personas con capacidades diferentes o necesidades especiales dentro de una comunidad puede ser un recurso invaluable en situaciones de emergencia. La identificación de individuos que podrían necesitar asistencia adicional en una evacuación, por ejemplo, es una tarea que podría recaer en los referentes barriales. Vargas menciona iniciativas previas para trabajar con personas del espectro autista, quienes pueden verse muy afectadas por la sirena de vehículos de emergencia. La coordinación entre los ciudadanos y los servicios de emergencia se convierte en un activo esencial, sobre todo en áreas vulnerables o rurales, donde los recursos son más limitados. La comunicación y el conocimiento mutuo pueden aportar mucho en momentos críticos, haciendo de cada ciudadano un actor clave en su propia seguridad y la de su comunidad.
