Un día de emociones en Villa La Angostura
Ayer, Susana Barrientos se preparaba para vivir un momento lleno de emociones. La exhumación de su madre, Carolina Llanquileo de Barrientos, quien había fallecido hace 17 años y estaba enterrada en Villa La Angostura, era un paso necesario para que pudiera ser trasladada al cementerio familiar en Villa Llanquín. Este proceso, aunque doloroso, era parte de un significativo reencuentro familiar. Sin embargo, lo que debería haber sido un día de despedida y homenaje se convirtió en un conflicto inesperado.
Mientras el grupo de Barrientos se dirigía a Villa Llanquín tras la exhumación, un operativo policial se interpuso en su camino. Según Susana, un familiar que no estaba de acuerdo con el traslado había solicitado la intervención de la policía, lo que llevó a que varios efectivos se presentaran para impedir el paso del coche fúnebre. Este operativo generó tensiones y confusión entre los presentes, que solo buscaban culminar un proceso tan delicado como lo es el traslado de un ser querido. Barrientos relató que, a pesar de llevar los restos de su madre, se vio forzada a esperar durante una hora en una situación ya de por sí dolorosa, enfrentando la soberbia de los efectivos que estaban allí.
La angustia de la familia se vio amplificada por la falta de credenciales y órdenes claras por parte de los policías, quienes, según Barrientos, se encontraban vestidos de civil. “Nos trataban mal, nos decían que éramos ‘una familia muy complicada’”, expresó Susana, quien además comentó sobre un efectivo que se hizo llamar Galván. Su experiencia reflejó un profundo malestar por el trato recibido en un momento tan sensible. A pesar de la tensión inicial, una vez que finalmente pudieron cruzar la pasarela hacia Villa Llanquín, la policía los acompañó, pero el rencor quedó latente. La situación no solo dejó heridas emocionales en la familia Barrientos, sino que también causó una profunda reflexión sobre el papel y la actuación de las fuerzas de seguridad en momentos tan difíceis.