Gabriela Sabatini: Un Nuevo Desafío en Altamar

La extenista argentina Gabriela Sabatini ha dado un giro inesperado en su vida deportiva, alejándose de la cancha para sumergirse en el mundo de la navegación. A través de sus redes sociales, Gaby ha compartido imágenes de sus primeros pasos como timonel, acompañada por la regatista olímpica Cecilia Carranza Saroli. En un saludo cargado de entusiasmo, Sabatini expresó: “Mis primeros pasos como timonel con esta maestra de lujo”, mostrando no solo su emoción por esta nueva aventura, sino también el cariño y la confianza que la une con Cecilia. Las fotos transmiten una sensación de alegría y relajación mientras navegan juntas, reflejando la complicidad y el disfrute que comparten en las aguas abiertas.

Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia en Miami, la familia Sabatini-Fulop celebraba el cumpleaños número sesenta de Ova Sabatini, quien centró su mensaje en las emociones profundas que lo acompañan en este hito de su vida. Ova, rodeado de su esposa Catherine Fulop y sus hijas, vivió una jornada cargada de abrazos y anécdotas, aunque la ausencia de Gabriela se sintió notablemente durante la celebración. La silla vacía de Gaby, inmortalizada en las fotos compartidas en Instagram, representó un punto de nostalgia en una fiesta marcada por la alegría familiar, enfocándose en el cariño que los une a pesar de la distancia.

En un giro del destino, mientras Gabriela disfrutaba de su nueva pasión, estuvo presente en Roland Garros, donde aplaudía entusiastamente la histórica final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. Su presencia en el torneo, un escenario donde brilló años atrás, evocó recuerdos de gloria y emoción, convirtiendo el evento en una celebración de la tenacidad y la pasión por el deporte. A pesar de la cobertura mediática y el fervor que generó la final —la más larga de la historia—, Gabriela compartió su apoyo al joven campeón sin hacer alusión al cumpleaños de su hermano, señalando el enfoque total en su amor por el tenis. La jornada de los hermanos reflejó un contraste entre la alegría del triunfo y la melancolía de las ausencias, mostrando cómo los lazos familiares pueden resistir, incluso cuando los caminos se bifurcan.