El nuevo ídolo de River Plate: Maximiliano Salas

A Maximiliano Salas le bastaron solo seis partidos para ganarse el corazón de la hinchada de River Plate. En el último encuentro contra San Martín de San Juan, el delantero no solo brilló con su potente juego, sino que además anotó un gol que desató los aplausos de todo el Monumental. Los más veteranos en las tribunas comenzaron a murmurar entre ellos: “Che, es el Mencho”, en clara referencia a Ramón Ismael Medina Bello, un ícono del club. La similitud física y el estilo de juego hacen que los aficionados vean en Salas a un posible heredero de la pasión y el compromiso que caracterizó aquella época dorada de los ’90.

Un regreso a la batalla

La llegada de Salas a Núñez refleja las intenciones de un River que busca recuperar su mística competitiva. El equipo del Muñeco Gallardo se ha visto en la necesidad de reforzarse, y la incorporación del delantero, junto a jugadores como Juan Carlos Portillo y Matías Galarza, es un indicio claro de la búsqueda de la capacidad de lucha que ha faltado en los últimos años. Sus saltos al área rival, su capacidad para aguantar la presión y la disposición para pelear cada balón han reencendido la llama de la esperanza en un plantel que ha tenido una racha de solo dos títulos en cinco años. Los hinchas empiezan a mirar a Salas como el faro que puede guiar al Millonario fuera de esta medianía.

Un legado con peso

Sin embargo, depender de un jugador con tan poca trayectoria en el club plantea interrogantes. La fuerza competitiva que muestra Salas se ve complementada por el talento de figuras como Franco Armani, Enzo Pérez e Ignacio Fernández, quienes han mantenido a River en la lucha en todas las competencias. La presión ahora recae sobre los hombros del delantero correntino, quien tiene que convertir esa energía en unos compañeros al mismo tiempo seducidos por su pasión, y obligar a todos a revitalizar ese famoso “fútbol total”. En este sentido, la clave será que Salas no solo sea un jugador destacado sino que también logre contagiar a sus pares con este espíritu luchador. Su historia apenas comienza, y el eco de los aplausos en el estadio es un claro mensaje: River Plate está listo para soñar nuevamente.